jueves, 10 de enero de 2008

Mirada somera a la variación lingüística

Por: Geraldo Flores Suárez

Desde la infancia, las personas escuchan e interiorizan que hay una sola manera de hablar. Frente a cualquier palabra o enunciado que no suene 'aceptable', muchas personas reaccionan diciendo que esa no es forma de hablar y que se debería decir de otro modo. Por ejemplo, cuando una persona pronuncia: “De María su perro”, se produce una reacción de un grupo de personas que consiste en censurar inmediatamente tal expresión, pues la 'correcta' sería “el perro de María”. En ese sentido, la concepción que hay sobre la corrección en la lengua se debe a razones de distinta índole, entre las que están el prestigio, el poder, los prejuicios, la valoración social de una variedad lingüística sobre las demás, etc. En el presente artículo, se explorará la variación, es decir, se buscará explicar por qué esas modificaciones en los modos de hablar son naturales a la lengua y no son 'desviaciones', ni modos 'incorrectos'. Por otro lado, queda para ser explicado más adelante el porqué hay una valoración social sobre una variedad específica; el presente artículo abordará solo las razones que dan lugar a la variación lingüística.

La variación en las lenguas ocurre en distintos planos e influye en lo que los especialistas denominan “cambio lingüístico”. Ocurre en diversos planos, porque se evidencia, en primer lugar, de manera histórica; es decir, el paso del latín vulgar al romance primitivo y de ahí al español, por ejemplo, evidencia que la lengua varía a través de un largo período de tiempo de manera natural; por esta razón, no decimos, en este momento específico, que el castellano es una manera 'corrupta' de hablar el latín, aunque sí lo pensaron los primeros hablantes del romance que originó el castellano. Si retrocedemos en el tiempo, el protoindeuropeo experimentó las suficientes variaciones para formar todas las subfamilias de lenguas a las que dio lugar, entre ellas la rama latina que dio origen al castellano o la rama germánica que dio origen al alemán o al inglés.

Sin embargo, estas variaciones no son solo rastreables a través de una línea de tiempo, sino que se pueden evidenciar en un punto determinado de ese continuum temporal; en otras palabras, si ubicamos un punto específico del tiempo y lo vinculamos directamente con los modos de hablar una lengua en ese instante, se puede decir que se está describiendo la variación de un modo atemporal, pues no se atiende al proceso de cambio que hubo en las lenguas, sino a la variación que hay dentro de una lengua en un punto en el que no hay un “antes” o un “después”, sino solo un “ahora”. Tal asociación y tal descripción parecen constructos artificiales y, en alguna medida, lo son, pero son útiles porque permiten ordenar ese complejo objeto de estudio que conforma la lengua y caracterizarlo de mejor manera.

Dentro de ese punto estático de la sucesión temporal, se pueden identificar variaciones que se vinculan con tres planos distintos. A continuación, se enunciarán, de manera bastante general, los factores que determinan la configuración de estos tres planos en una lengua específica. Sin embargo, es importante aclarar que estos van a ser explicados con más detalle en los tres siguientes artículos de esta sección. La variación en ese punto del tiempo, a la que los especialistas denominan variación sincrónica, está caracterizada por operar dentro un lugar específico, dentro de grupos sociales pertenecientes a ese lugar y dentro de situaciones en las que influyen los dos planos anteriormente mencionados [1] . En ese sentido, se configuran espacios variacionales en los que se evidencian los distintos modos de una lengua (“estrategias de verbalización”) que utilizan los hablantes de una lengua específica [2] . Cada uno de uno de estos planos configura modos de una lengua que son lo que los lingüistas denominan genéricamente con el nombre de “variedades lingüísticas”.

El factor que determina la variación geográfica, y resulta redundante el decirlo, es el lugar, al cual se le asocia un conjunto de estrategias de verbalización propias de ese sitio. Los factores asociados con la variación social conforman un entramado complejo de criterios que sirven para caracterizar a estos modos de hablar como la clase social, el género, la edad, el grupo profesional u ocupacional, el grupo cultural, etc. Sin embargo, en este punto, es necesario acotar que estos criterios son usados con fines descriptivos y se basan en el conocimiento de los hablantes acerca de estas estrategias; como en todo la ciencia, estos criterios implican un riesgo, pues se puede caer en descripciones estereotipadas de la sociedad; en ese sentido, es necesario establecer entonces que estos criterios parten de las creencias de los hablantes y, por lo tanto, describen valoraciones de estos mismos. Por último, el factor vinculado con la variación situacional es la formalidad o informalidad de una situación comunicativa concreta.

Se ha visto que la variación es algo que está vinculado con la lengua en distintos planos y que no es ajena a ella, o 'no natural', sino que es una característica obligatoria de las lenguas. Al principio de este pequeño artículo quedó suelta la pregunta sobre la existencia de una variedad que los hablantes consideran como la mejor; esta es una pregunta que es sumamente compleja y cuya respuesta va a ser abordada en un conjunto de artículos entre los que se encuentran aquellos que abordarán los distintos tipos de variación lingüística; sin embargo, va a ser necesario hurgar un poco más en la teoría del lenguaje para poder entender a cabalidad la compleja respuesta que apenas se ha comenzado a esbozar en el presente texto.
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[1] Coseriu, Eugenio (1979) Principios de semántica estructural. (Págs 118-124) Madrid: Gredos
[2] Coseriu, Eugenio (1981) Lecciones de lingüística general. Madrid: Gredos
Cap XI: Lengua funcional

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