domingo, 30 de septiembre de 2007

Colaboraciones

Las opiniones vertidas en los artículos son de propiedad del redactor y no son necesariamente compartidas por el comité editorial.

Lenguas sí, hablantes no
Apunte sobre la discriminación lingüística

Por: Virginia Zavala
Profesora de Lingüística de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

El lamentable incidente entre la Dra. Martha Hildebrandt y la congresista María Sumire obliga a que algunos lingüistas nos pronunciemos. En primer lugar, habría que decir que la Dra. Hildebrandt construye su autoridad desde su identidad como lingüista y ha venido fomentando una idea de la lingüística como una disciplina homogénea, sin debates internos y, lo que es peor, como algo análogo a la pura normativa. "Si hay algún otro lingüista, con él podría discutir", afirmó. Yo, como lingüista, me permito entonces comentar lo acontecido.

El incidente ocurrió a partir del proyecto de ley 221, que propone publicar, en los diferentes idiomas oficiales, las normas legales que tengan relación con los pueblos originarios del país. Esto en el marco de una serie de leyes a favor de los derechos lingüísticos de los pueblos indígenas. Según la Dra. Hildebrandt, aquello es caer "en la demagogia", pues estos dictámenes no tendrían ningún efecto práctico en una realidad donde el castellano es sustancialmente hegemónico. En parte, no le falta razón. Por un lado, sabemos que las personas que hablan lenguas vernáculas no necesariamente leen en ellas y, menos aún, están adiestradas para manejar un tipo de discurso de corte legal. Por otro lado, la vitalidad de las lenguas indígenas no se asegura escribiendo documentos oficiales -ni dictaminando su protección y conservación como si éstas fueran artefactos arqueológicos- sino promoviendo el uso (no solo escrito) de las mismas en diferentes espacios. Si se quiere que la población conozca mejor sus derechos, creo que en este momento hay otros medios más eficaces para hacerlo.

¿No sería más útil, por ejemplo, que los peruanos participáramos en un proceso judicial o nos atendiéramos en una posta de salud en el idioma en que mejor nos expresamos? Claro que esto significaría pensar en políticas de aprendizaje de las lenguas por parte de futuros profesionales. En todo caso, lo que quiero decir es que no basta con que algunos congresistas declaren que "hay que evitar la extinción de nuestras lenguas", sino que es para ello fundamental explicitar qué implica oficializar las lenguas vernáculas y cómo y por qué queremos hacerlo. Pero más allá de discutir el contenido de estas leyes (lo cual ameritaría mucho espacio) quiero centrarme en otro punto. Como lingüista, la Dra. Hildebrandt recordó que "respeta todas las lenguas" y que "defiende nuestras lenguas aborígenes", pero parece hacerlo obviando a sus hablantes. La historia de muchas comunidades lingüísticas marginadas nos enseña que para transformarlas hay que transformar el estatus de sus hablantes. Y pienso que el problema radica allí: un discurso abstracto que afirma que se respetan las lenguas y, al mismo tiempo, se muestra un profundo desprecio por sus hablantes. Esta es la contradicción de la Dra. Hildebrandt. La historiadora Cecilia Méndez lo ha dicho muy bien: la ideología criolla se construyó bajo el discurso de "Incas sí, indios no".

En su interacción con la congresista Sumire, la Dra. Hildebrandt mostró una actitud racista. Hoy sabemos que el racismo es un mecanismo de dominación de un grupo sobre otro que no solo se basa en diferencias del color de la piel, sino también en la fantasiosa distancia imaginada sobre la etnicidad, la apariencia, el origen, la cultura y el lenguaje. Por eso, despreciar a alguien porque utiliza una variedad del castellano diferente a la estándar (o porque dice "haiga" en lugar de "haya") también se puede considerar racista. Cuando la Dra. Hildebrandt presenta una división entre ciudadanos "mejores" y "peores" sobre la base de una supuesta capacidad intelectual ("Imagínese, yo he sido subdirectora general no del Perú sino de la UNESCO y ella me va a enseñar educación, no pues"), reproduce la forma en que el racismo peruano se ha articulado con las categorías de clase, cultura y educación. Esta actitud no solo saca a la luz una estrechísima visión del fenómeno educativo y de los siempre heterogéneos campos culturales, sino que revela además un conjunto de clásicas estrategias de poder que excluyen a un amplio sector de la población para beneficiar a una elite minoritaria y siempre letrada. Lo que se reproduce es esta idea de que los indios son los "otros" y los profesores somos el saber.¿Cómo puede respetar las lenguas indígenas si piensa que las personas que las hablan no están en capacidad de pensar, opinar y decidir con validez sobre el país? ¿Cómo se puede construir democracia si la opinión del otro no es tomada en cuenta y ni siquiera puede participar?

Si, como académica, la Dra. Hildebrandt estuviera al tanto de la matriz colonial de la subalternización lingüística y epistémica del mundo contemporáneo, podría darse cuenta de que el único conocimiento legítimo no es el académico y que estar situado al margen de la elite letrada no implica ser inferior. Además, como lingüista, debería reconocer que las maneras en que usamos el lenguaje contribuyen a la reproducción de estereotipos. La forma en que la Dra. Hildebrandt interrumpió a la congresista Sumire, su uso de frases despectivas como "niñas quechuahablantes" o "gente que no tiene la capacidad intelectual" y la actitud despótica y autoritaria, manifiesta en su propio tono de voz, nos recuerdan que somos un país incapaz de imaginarse como comunidad, como espacio de relaciones igualitarias.

Es preocupante que las leyes y la clase política comiencen a asumir la máscara del multiculturalismo decorativo que, en el fondo, funciona como un dispositivo de dominación porque no cuestiona la desigualdad económica. Sería bueno que a la Dra. Hildebrandt le haya molestado esta celebración declarativa de la diversidad que es inocente y que no parece repercutir en cambios sociales verdaderos. Sin embargo, su discurso y su práctica no revelan una real preocupación por estos cambios en los pueblos indígenas. Al decir con desprecio que nadie sabe lo que es el idioma piro o que hay lenguas en extinción de 500 hablantes "perdidos por ahí", la Dra Hildebrandt mostró una falta de perspectiva frente a los procesos históricos de racialización de las lenguas en el Perú. Y lo ha hecho ofendiendo a muchos compatriotas, a muchos ciudadanos legalmente iguales a ella.

A diferencia de la Dra. Hildebrandt, muchísimos lingüistas, actualmente profesores o activistas, asumimos el lenguaje como una práctica social que no puede desligarse de las luchas de poder entre sus hablantes. Al decir de la lingüista Deborah Cameron, cuando escuchamos a las personas discutir sobre el lenguaje es urgente sospechar que, en realidad, tal discusión está revelando serios conflictos de otro tipo: tensiones y discriminaciones raciales, culturales, de clase o de género. Y es que usualmente a las polémicas acaloradas sobre el lenguaje subyacen argumentos sobre temas que la gente no quiere asumir de forma más directa. Por eso, aunque la Dra. Hildebrandt afirme que sus argumentos se basan en su expertise lingüístico, está muy claro que lo que sucedió el otro día en el Congreso no fue un asunto propiamente lingüístico.


Originalmente publicado en: El Dominical, El Comercio, 23 de septiembre del 2007, p.6. http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2007-09-20/imecdominical0787778.html

jueves, 27 de septiembre de 2007

Eventos

II Coloquio Internacional de Semiótica y Comunicaciones
Por Paloma Pinillos

La lengua cumple una finalidad incuestionable en la sociedad: la comunicación. Esta es realizada por medio de los actos de habla; mas estos actos constantes y continuamente renovables nos abren las puertas a la explotación de una característica propia y particular de las personas: ‘la creatividad’. La creatividad lingüística nos permite, a partir de medios finitos, construir infinitos elementos, aplicando ciertas reglas gramaticales. Sin embargo, no se trata solo de crear frases, sino brindarle un significado, siendo este el que nos permita comprender cada una de las formas creadas. La disciplina encargada del estudio de estos signos
[1], la construcción de su sentido y su posterior significación es la semiótica[2].

La semiótica y las comunicaciones mantendrían una estrecha relación, debido a que
el acto comunicativo involucra ambas ramas. En primer lugar existe un emisor el cual produce un signo, que posteriormente es interpretado por un receptor. Es decir, se produce (comunicación) y luego se interpreta (semiótica) un mismo signo.

Con el fin de aportarnos mayores conocimientos sobre esta disciplina, la Pontificia Universidad Católica del Perú los días 26 y 27 de septiembre organizó el II Coloquio Internacional de Semiótica y Comunicaciones. El Departamento Académico de Comunicaciones, encargado del evento, propuso como finalidad la reflexión y discusión sobre la comunicación en la sociedad contemporánea, en razón al carácter variado de las perspectivas semióticas actualmente preponderantes.

Este coloquio constó de seis mesas temáticas, las cuales se encontraban presididas por diversos expositores tanto nacionales como internacionales. Los temas fueron: semiótica televisiva, semiótica teatral, semiótica visual, semiótica del cine, semiótica publicitaria y semiótica discursiva-literaria. Los expositores fueron:

François Jost (Université de Paris III-Sorbonne Nouvelle)

Rocío Quispe Agnoli (Michigan State University)
Raúl Bendezú (Universidad de las Américas-Chile)
Óscar Quezada (Universidad de Lima)
José García Contto (Universidad de Lima)
Santiago López Maguiña (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)
Marcos Mondoñedo (Universidad Nacional Mayor de San Marcos)
Daniel Bustamante (Instituto San Ignacio de Loyola)
Mihaela Radulescu (Pontificia Universidad Católica del Perú)
Alberto Isola (Pontificia Universidad Católica del Perú)
José Carlos Cabrejo (Pontificia Universidad Católica del Perú)
Lilian Kanashiro (Pontificia Universidad Católica del Perú)
Celia Rubina Vargas (Pontificia Universidad Católica del Perú)

Para mayores informes sobre las ponencias del II Coloquio Internacional de Semiótica y Comunicaciones visiten la siguiente dirección:


[1] Signo como todo lo que se refiere a otra cosa.
[2] En lingüística, en lugar de semiótica, se utiliza semántica. Esto se debe a que la semántica estudia el significado de las expresiones del lenguaje, mientras la semiótica estudia los signos en general, incluso los no humanos.

martes, 25 de septiembre de 2007

Editorial

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Estimados amigos:

Empezamos una nueva semana con mucho entusiasmo y una buena noticia:

El lunes 24 im.verbe fue recomendado por el diario Perú21, tanto en su edición impresa como en la virtual.

Gracias a esto, ha sido posible difundir, aún más, el Pronunciamiento que hicimos hace unas semanas, y también, los contenidos y opiniones expresadas en este blog, generando una muy buena respuesta por parte de los visitantes, y nuevos comentarios que nos permiten conocer los temas de interés para ustedes.

¡Gracias Perú21 por su apoyo y difusión!

Durante el transcurso de esta semana seguiremos tratando los temas relacionados con la variación lingüística. Esperamos que nos sigan visitando y, por sobre todo, que nos sigan mandando sus comentarios, dudas e inquietudes para poder brindarles más información y opiniones que propicien la discusión y el debate sobre los temas que les interesen.

De la misma manera, los invitamos, nuevamente, a enviarnos sus artículos relacionados con temas lingüísticos, si desean que los publiquemos en nuestra sección de colaboraciones.
Pueden enviarlos a la siguiente dirección: 6minutos@grupos.pucp.edu.pe


Los artículos serán revisados por el Comité Editorial y luego publicados, de ser considerados pertinentes.

¡Muchas gracias a todos por su continuo apoyo!

Saludos,


Lucho Hildebrandt - Comité editorial
Agrupación 6minutos

sábado, 22 de septiembre de 2007

6 minutos más

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El clásico: lengua vs. dialecto
Por: Paloma Pinillos

Lo sucedido hace unas semanas entre las congresistas Martha Hildebrandt y María Sumire desató una gran discusión en términos lingüísticos, pues un conglomerado de temas salió a luz, de los cuales planteo uno en específico ¿Son lo mismo lengua y dialecto? Esta pregunta surge por una confusión terminológica producto del debate ocurrido en el Congreso el 6 de septiembre.

Minutos luego del suceso entre estas congresistas se pudo escuchar en diversos medios televisivos: “el quechua, el aimara y el resto de dialectos” o “las lenguas aimara y quechua y los dialectos de la selva”. Hubo dos puntos que llamaron mi atención, en primer lugar, no se establecía una distinción entre lengua y dialecto; y, segundo, la identificación del concepto “dialecto” con el de inferioridad, ante todo vinculado con la Amazonía.

Uno reflexiona, preguntándose entonces ¿Cuál es la diferencia? ¿Existe una acaso? Respondiendo a esto, claro que existe una. Lengua y dialecto no deben ser tomados como lo mismo, pues, verdaderamente, se establece una diferencia entre ambos.

La lengua se define como un sistema. Sistema significa estar conformado por un conjunto de partes, las cuales trabajan en modo organizado y bajo ciertas reglas con un fin determinado. Esta finalidad consiste en permitir la comunicación en una sociedad. Primeramente debemos hacer un paréntesis para saber qué es el idioma o lengua oficial. Este concepto parte de una necesidad político-administrativa en los casos en los que la extensión territorial no concuerde con el dominio geográfico de la lengua. Un ejemplo de esta situación es Alemania, donde el alemán, francés e italiano son lenguas oficiales. Así mismo es importante resaltar la confusión que se tiene entre lengua y habla. Usualmente se mantiene esta confusión asumiendo que el aspecto oral es la lengua, tomando la finalidad comunicativa como el acto en sí. La lengua debe reconocerse como el código que nos lleva a la comunicación, mientras el habla a la utilización que cada uno de los hablantes hace de su código.

Nos quedaría por definir qué son los dialectos. Estos son nada menos que variantes de la lengua. La lengua esta conformada por diversos dialectos, y esto se debe a que cada modalidad regional que en esta se identifica será considerada como uno.

De aquí se podría desprender una primera idea: la lengua redefinida como un sistema complejo, equivaldría a un gran conjunto, el cual posee diversos subconjuntos, los cuales vendrían a ser los dialectos.

¿Interfieren los dialectos algún aspecto de lengua? La unidad del sistema complejo de la lengua no será modificada por las diferentes modalidades que sean utilizadas por parte de los hablante-oyentes; debe recordarse que la finalidad de la lengua es sobre todo la comunicación. O sino pregúntense ustedes mismos ¿Hablan algún dialecto? Muchas personas como primera respuesta dirían “No”; sin embargo, ¿Cómo es que un bonarense y un limeño se pueden comunicar? Ahí esta la respuesta, ambas personas manejan distintos dialectos regionales, pues provienen de distintos lugares, culturas o tradiciones; no obstante, el entendimiento entre ambos no entra en duda. Dentro de un mismo país sucede lo mismo, uno se pude comunicar perfectamente con un norteño o con un loretano, así se perciban distintos “modos” de hablar, como el ‘dejo’, por ejemplo.

«Dialecto es, entonces, la forma históricamente determinada de la lengua de un grupo que ocupa un espacio geográficamente definible. En este sentido no puede establecerse una distinción entre hablantes de lengua frente a hablantes de dialecto. Todo el mundo habla algún dialecto, y una lengua no es más que la suma de sus dialectos»[1].

Esto nos lleva a una segunda idea: la lengua no es unitaria, esta cambia, varía y es diversa.

Lastimosamente los medios, como se podrán dar cuenta, causaron una gran conmoción al respecto. Y esto no sólo por desconocer el valor de ‘lengua’ y ‘dialecto’, sino por realizar contrastes entre ambos, colocando a los dialectos como inferiores a las lenguas. Existe una creencia implícita de mejores o peores sistemas, y así se sitúa la lengua como un mejor sistema, en comparación con los dialectos. De la misma manera, muchas veces se considera dialecto a la lengua poco conocida, hablada en zonas lejanas o posesora de pocos hablantes, caso que ha sucedido con los medios, los cuales, al desconocer el concepto de dialecto y lengua, mencionaron a las “lenguas aimaras y quechua, y al resto de ‘dialectos’”.

Para finalizar les hago un pregunta ¿cuántas lenguas hay existentes en la selva peruana? Como recordarán, en líneas anteriores, una de mis preocupaciones se debía al asumir como ‘dialectos’, sobre todo, a lo referido con lo amazónico. Frente a esta pregunta respondo: actualmente son habladas aproximadamente 40 lenguas sólo en nuestra selva, siendo, por tanto, uno de los países más ricos a nivel lingüístico.

[1] Juan C. Zamora Munné & Jorge M. Guitart: Dialectología hispanoamericana. Teoría, descripción, historia, Ed. Almar, Salamanca, 1982, pp. 22 y 17.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Editorial

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Estimados amigos:

Una vez más agradecemos que hayan suscrito el Pronunciamiento y esperamos que nos sigan visitando para que nos puedan brindar su opinión respecto de los diversos temas que vamos a poner “sobre el tapete” de ahora en adelante. Luego de haber presentado nuestra protesta sobre las declaraciones de la Dra. Martha Hildebrandt, es necesario decir que urge un análisis del proyecto de ley que fue el motivo de la disputa ocurrida el 6 de setiembre. Queremos decirles, por tanto, que esa es una deuda que nos tocará saldar en el transcurso de las siguientes semanas, ya que, en esta ocasión, retomaremos un tema que dejamos pendiente días atrás: la variación en las lenguas.

Este es un tema que genera controversias, pues es posible escuchar frases del tipo: “la lengua se está malogrando”, “los jóvenes no saben hablar”. “yo no hablo bien, pero hay gente que sí”. En primer lugar, esta idea está sostenida por la existencia de un grupo que cree tener la prerrogativa de imponer un modo de habla “ideal” a las demás personas; este grupo de personas, en ese sentido, están en una relación de poder con las demás, pues creen manejar una manera de hablar que no solo valoran ellos, sino los que están alrededor de este grupo social. Sin embargo, si uno escucha con atención el habla de las personas que creen esto, puede notar que no mantienen el mismo modo de decir las cosas siempre; no hablan de la misma forma cuando están en un “tono” con sus amigos, cuando están en una entrevista de trabajo o cuando están en la sobremesa del almuerzo; de la misma forma, las personas del grupo que piensa que habla “mal” también hablan distinto en las distintos contextos en los que les toca interactuar con otros hablantes; eso nos permite concluir que existe una variación en el lenguaje que depende de la situación comunicativa concreta.

Del mismo modo, la idea de variación se articula también sobre la base de rasgos sociales en el modo de hablar. Dichas características tienden a caracterizarse mediante su vinculación con grupos sociales específicos; es decir, si el hablante dice: “pisa pisa, vamos plancha”, entonces, cualquiera de nosotros podría decir que se trata de un cobrador de “combi” que está realizando su labor diaria y que le está diciendo al chofer que avance nomás porque el carro está lleno. De la misma forma, si alguien dice “ta chévere el lompa, pero la mica pasa piola nomás” lo más probable es que todos nosotros asumamos que se trata de una persona joven y de género masculino que está evaluando dos prendas, y que afirma que una de ellas le ha gustado y la otra más o menos; ambos ejercicios no dejan de ser una caracterización hecha mediante la intuición, ya que podemos presuponer quienes lo dijeron, pero no podemos afirmarlo del todo. A pesar de tal inconveniente, es posible decir que, en la calle, en algún momento, hemos escuchado frases de ese tipo y, al poder asociarlas con un grupo particular, podemos, a la vez, afirmar que la lengua varía de un grupo social a otro; los factores que constituyen criterios para separar estos grupos son varios, tales como la clase social, la edad, el género, la ocupación, etc. Se puede concluir, entonces, que esta variación depende del grupo social en el que se puede ubicar a un individuo, lo cual, como ya se ha visto, resulta un poco arbitrario, porque un individuo puede conocer muchos modos de hablar, pero resulta útil para caracterizar el modo de decir las cosas de un conjunto de individuos que comparten rasgos sociales específicos.

Por otro lado, los hablantes han adquirido su lengua en un lugar concreto dentro de un grupo cultural inserto en ese espacio territorial. De ese modo, se puede explicar por qué el castellano de Lima no es similar al castellano de Buenos Aires o el castellano de Ciudad de México, ya que el grupo cultural que habita estos territorios presenta rasgos comunes en distintos ámbitos; la lengua, de esta manera, no puede estar ajena a estas características compartidas y se configurará por estas. El lugar determina, entonces, otro tipo de variación dentro de una lengua específica. Necesario es decir, por cierto, que, en otras lenguas, también existe variación de todos los tipos ya expuestos, lo cual nos permite asumir que las lenguas están en permanente cambio y que no son estáticas ni invariables, ya que, además de todas estas variaciones que se dan dentro de un tiempo específico, otros cambios se han registrado de manera histórica a través de un largo período de tiempo, ejemplo de ello es el paso del latín vulgar al castellano. Todo lo expuesto nos permite decir que no existe un "buen hablar" y un "mal hablar", sino un hablar distinto, que no es mejor ni peor y que varía dependiendo de muchos factores. Con esta pequeña y somera explicación de la variación, queremos empezar una semana durante la cual se discutirá y se retomará lo que ya se había discutido desde el primer artículo que se publicó en “6 minutos más”, el cual abordaba los conceptos de “norma” y de “normativa”.

Desde ya, contamos con sus valiosas opiniones y colaboraciones.

Geraldo Flores - Comité editorial
Agrupación 6minutos

jueves, 13 de septiembre de 2007

Colaboraciones

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VERDADES Y DISPARATES
Por: Coco Acurio

El trabajo lingüístico supone, entre otras cosas, notable sentido crítico. Es a esta capacidad a la que apelo para que podamos discurrir con claridad y prudencia en el escandalete protagonizado por Martha Hildebrandt y María Sumire, ambas madres de la Patria.

Lo primero es reflexionar con atención y sentido común sobre lo ocurrido con Martha Hildebrandt. A la mejor manera pragmática, es necesario distinguir la actitud e intención del hablante de lo dicho o lo enunciado. Respecto de su actitud no hay nada más que abominar. En repetidas ocasiones, doña Martha ha dado evidentes, explícitas y altisonantes muestras de autoritarismo, intolerancia y, por supuesto, discrimen no solo contra los hablantes de lenguas nativas, sino también contra hablantes del mismo castellano que, según ella, no se encuentran a su altura intelectual, o seguramente no pertenecen a su laya socioeconómica. Este tipo de actitudes y comportamientos son absolutamente reprobables, y son ante los que debemos protestar vengan de donde vengan.

Como buenos analistas, no nos podemos quedar únicamente en el ámbito de la intención. Tenemos que procesar el contenido proposicional, es decir, lo dicho por la lingüista. Hildebrandt dijo que la ley para la preservación, uso y difusión de las lenguas originarias no sirve para nada porque iba a ser imposible que todas las lenguas fuesen oficiales. Además reiteró que la propuesta de traducir todo este marco legal a las lenguas originarias sería un gasto innecesario.

Lo primero revela si no la ignorancia del marco legal de protección de las lenguas indígenas, cuanto menos la conocida actitud impositiva y dogmática de Martha Hildebrandt. La Constitución señala en su artículo 48: “Son idiomas oficiales el castellano y, en las zonas donde predominen, también lo son el quechua, el aimara y las demás lenguas aborígenes, según la ley.” En ese sentido, todas las lenguas originarias del Perú son oficiales, y por más pataletas que sufra la lingüista, debe respetar la mencionada oficialidad. Asimismo la defensa, la preservación y la difusión de las lenguas originarias se encuentran refrendadas en una serie de documentos y convenios internacionales de los cuales el Perú es firmante, como el Convenio 169 de la OIT o la Declaración Universal de los Derechos Lingüísticos.[1]

Sin embargo, respecto de lo segundo, apelando certeramente al sentido crítico antes invocado, manifiesto mi acuerdo con Martha Hildebrandt. Traducir todo este marco legal, tanto nacional como internacional, a las lenguas originarias, no pasa de ser un proyecto personal, en el sentido de que no es representativo de los intereses y necesidades de las naciones indígenas. Además de convertirse en un gasto fatuo de una parte del presupuesto que bien podría servir para cubrir aspectos más urgentes vinculados con la cuestión bilingüe como la educación. Pienso que es necesario que el marco legal de protección de las lenguas originarias sea conocido y difundido entre sus directamente involucrados, mas coincido con Hildebrandt en considerar que el medio no es el adecuado, por la razón de que estas lenguas no tienen contextos letrados en los cuales pueda ser viable la difusión escrita de estos documentos, producto de la traducción planteada por María Sumire. Mejor harían estas congresistas, autoproclamadas como las voceras de sus etnias, en invertir el dinero destinado a las vanas traducciones, en ir a cada una de las mencionadas comunidades siguiendo un plan de difusión más práctico, que sea parte de un proyecto mayor, inclusivo y participativo, en el que los hablantes no sean meros receptores de leyes incomprensibles sino que tengan voz, atención y deliberación.

Efectivamente las leyes no sirven para nada si es que no resuelven los problemas y las carencias de aquello a quienes van dirigidas; las leyes no sirven para nada si se gastan insulsamente cuantiosos presupuestos; pero tampoco sirven para nada si los políticos no tienen una decencia mínima en considerar que su propio país está conformado por varios países, varias naciones, varias culturas y, claro está, por varias lenguas.


Felicito la concepción de este blog, ya que siempre es grato que exista un espacio de discusión, libre opinión, descubrimiento, investigación, contacto, difusión, etc., que parta de la iniciativa de los propios estudiantes.

[1] Adjunto hacia el final extractos de los documentos mencionados.

_____________________________________________________________

Anexos
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL PERÚ
TITULO II
DEL ESTADO Y LA NACION
CAPITULO I
DEL ESTADO, LA NACION Y EL TERRITORIO
Artículo 48º
Son idiomas oficiales el castellano y, en las zonas donde predominen, también lo son el quechua, el aimara y las demás lenguas aborígenes, según la ley.
Convenio (N. 169) sobre pueblos indígenas y tribales en países independientesAdoptado el 27 de junio de 1989 por la Conferencia General de laOrganización Internacional del Trabajo en su septuagésima sexta reuniónEntrada en vigor: 5 de septiembre de 1991, de conformidad con el artículo 38Artículo 21. Los gobiernos deberán asumir la responsabilidad de desarrollar, con la participación de los pueblos interesados, una acción coordinada y sistemática con miras a proteger los derechos de esos pueblos y a garantizar el respeto de su integridad.2. Esta acción deberá incluir medidas:a) que aseguren a los miembros de dichos pueblos gozar, en pie de igualdad, de los derechos y oportunidades que la legislación nacional otorga a los demás miembros de la población;b) que promuevan la plena efectividad de los derechos sociales, económicos y culturales de esos pueblos, respetando su identidad social y cultural, sus costumbres y tradiciones, y sus instituciones;c) que ayuden a los miembros de los pueblos interesados a eliminar las diferencias socioeconómicas que puedan existir entre los miembros indígenas y los demás miembros de la comunidad nacional, de una manera compatible con sus aspiraciones y formas de vida.Artículo 281. Siempre que sea viable, deberá enseñarse a los niños de los pueblos interesados a leer y a escribir en su propia lengua indígena o en la lengua que más comúnmente se hable en el grupo a que pertenezcan. Cuando ello no sea viable, las autoridades competentes deberán celebrar consultas con esos pueblos con miras a la adopción de medidas que permitan alcanzar este objetivo.2. Deberán tomarse medidas adecuadas para asegurar que esos pueblos tengan la oportunidad de llegar a dominar la lengua nacional o una de las lenguas oficiales del país.3. Deberán adoptarse disposiciones para preservar las lenguas indígenas de los pueblos interesados y promover el desarrollo y la práctica de las mismas.

DECLARACION UNIVERSAL DE DERECHOS LINGÜISTICOS PRELIMINARESCONFERENCIA MUNDIAL DE DERECHOS LINGÜISTICOSBARCELONA, ESPAÑA, 6-9 DE JUNIO DE 1996
Artículo 31.
Esta Declaración considera como derechos personales inalienables, ejercibles en cualquier situación, los siguientes:· el derecho a ser reconocido como miembro de una comunidad lingüística;· el derecho al uso de la lengua en privado y en público;· el derecho al uso del propio nombre;· el derecho a relacionarse y asociarse con otros miembros de la comunidad lingüística de origen;· el derecho a mantener y desarrollar la propia cultura;y el resto de derechos de contenido lingüístico reconocidos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 16 de diciembre de 1966 y en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la misma fecha.2. Esta Declaración considera que los derechos colectivos de los grupos lingüísticos, además de los establecidos por sus miembros en el apartado anterior, también pueden incluir, de acuerdo con las puntualizaciones del Artículo 2.2:· el derecho a la enseñanza de la propia lengua y cultura;· el derecho a disponer de servicios culturales;· el derecho a una presencia equitativa de la lengua y la cultura del grupo en los medios de comunicación;· el derecho a ser atendidos en su lengua en los organismos oficiales y las relaciones socioeconómicas.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Del lingüista y el intelectual

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Por Geraldo Flores Suárez


Resulta reconfortante que muchas personas se hayan manifestado para apoyar el Pronunciamiento que publicamos días atrás. Además, es muy grato que se haya suscitado una discusión que involucra a todos los estudiantes de Lingüística, los profesionales de la especialidad y a todos los ciudadanos de nuestro país.


Este Pronunciamiento está motivado tanto por los hechos ocurridos el día 6 de setiembre en el pleno del Congreso como por lo manifestado por la Dra. Martha Hildebrandt en los programas La Hora N y Prensa Libre el día 7 de setiembre. En los diversos puntos de esta manifestación hemos intentado responder a las declaraciones cargadas de valoraciones y de prejuicios que tenían las afirmaciones de la Dra. Martha Hildebrandt. Asimismo, es necesario aclarar que nuestra opinión no se parcializa con ninguna de las dos partes involucradas, ya que sería necesario evaluar detalladamente si es factible y viable todo lo que ha sido propuesto por la congresista María Sumire y analizar hasta qué punto puede haber contenido demagógico, o en su defecto idealista, en el planteamiento.


En este pequeño texto, sin embargo, quiero centrarme en el uso que ha hecho la Dra. Hildebrandt de su posición como lingüista e “intelectual”. Por lo que se ha visto en los medios, ella afirma que su condición de “intelectual” le da el derecho de opinar algo sobre un tema sobre el cual las personas que no están “en el mismo nivel” no pueden afirmar nada. El principal problema de un posicionamiento de este tipo es que, en su discurso, está utilizando enunciados que implican “debatir con alguien que esté a su altura”, tal como ella asevera, lo cual la posiciona sobre los demás. Esa actitud no nos conduce a nada porque no soluciona conflictos, sino que los genera, pues surge una dicotomía entre el “intelectual” y el que no lo es. Un comportamiento de este tipo resulta pedante y ciertamente discriminatorio. La labor de los humanistas, entre los que están los lingüistas, debe estar centrada en explicar y enseñar a los demás los porqués de sus actos, de sus creencias, de su desarrollo y, además, debe mostrar a la sociedad cuáles son las formas de pensamiento que están presentes de forma subrepticia en sus ideas y opiniones. Por esta razón, nuestra labor es explicativa y, a la vez, también es pedagógica. No podemos sustraernos de lo segundo. En ese sentido, la postura de la Dra. Hildebrandt no fomenta el aprendizaje ni el diálogo; por el contrario, sus declaraciones, no solo en esta coyuntura, sino por un largo tiempo, han creado la imagen de un lingüista impositivo y que todo lo puede, lo cual no tiene ningún correlato con la realidad, con excepción, claro, de la concepción que probablemente tiene de sí misma la mencionada congresista.


Sobre la base de su conocimiento y de sus prejuicios, la Dra. Hildebrandt ha desestimado una propuesta usando argumentos que mezclan distintos discursos. Se entrecruzan en sus declaraciones datos del tipo científico y opiniones discriminatorias (como la de reducir a la nada a lenguas que tienen un número de hablantes minoritario). Buena parte de la sociedad de nuestro país cree que ella es “nuestra representante máxima” y así lo he podido notar muchas veces cuando alguien me ha preguntado la carrera que seguí. Este es uno de los motivos por los que emitimos el Pronunciamiento, pues queríamos distanciarnos de un discurso que mezcla tantas preconcepciones y que lamentablemente, en alguna medida, nos deja mal parados.


Además, la congresista Hildebrandt no tiene por qué desestimar una opinión tan solo afirmando que es lingüista; tendría que presentar un sustento más adecuado para sus ideas. En un tema tan delicado, se tiene que escuchar las razones y ver si estas se corresponden con una viabilidad y aplicabilidad en el terreno sociolingüístico y político. Si es que, como especialistas, observamos que un objetivo no es viable, nos corresponde explicar y enseñar a los demás el sustento por el cual nos parece que un objetivo puede ser muy idealista y no concretable, no de una manera altanera, sino de una forma pedagógica y explicativa. Sin embargo, esa no ha sido la manera usada por la congresista. Usualmente, ha hecho gala de cierta prepotencia e intolerancia. Justo es decir, entonces, que tanto los lingüistas como todos los humanistas debemos cuidarnos de asumir una actitud que lo único que produzca sea que no seamos escuchados, por el hecho de que nuestra opinión tenga visos de ser la opinión del “intelectual”, y no la del pedagogo o la del profesional comprometido con su sociedad.

martes, 11 de septiembre de 2007

Editorial



Estimados Amigos:

Nuestro blog cumple hoy su primera semana, no creímos que tendríamos una respuesta tan grande en tan poco tiempo, pero las circunstancias se dieron de esta manera y sólo podemos agradecerles por su apoyo e interés.

La semana pasada se tornó movida luego de lo sucedido el jueves 6 en el congreso y por nuestro Pronunciamiento ante ello.

Hemos recibido mucho apoyo por parte de todos y la sección de comentarios del Pronunciamiento se ha convertido en un foro que, además de servir para que la gente nos deje sus firmas y palabras alentadoras (en algunos casos, no tanto), ha servido para debatir sobre varios temas relacionados y nos ha dado la oportunidad de exponer y comentar sobre los diversos puntos de vista.

Debido a la cantidad de comentarios que siguen llegando sobre el tema en cuestión, seguiremos tratando el tema de las lenguas aborígenes y la ley de lenguas propuesta, ya no solo a raíz de las declaraciones de Martha Hildebrandt en el congreso, sino, también, por la cantidad de temas al respecto que el foro ha permitido poner sobre el tapete.

Esperamos que nos sigan apoyando en esta tarea que unos pocos estudiantes, con ánimos de difundir nuestra disciplina, hemos iniciado, con muchas esperanzas y buscando sacar el máximo provecho de esta experiencia.

Los invitamos a seguir visitándonos, dejar sus comentarios, mandarnos artículos y dudas sobre temas que les interesen y, más aún, a seguir explorando con nosotros esta disciplina.

Asimismo, los invitamos a seguir apoyándonos con nuestro Pronunciamiento, porque cada pequeña colaboración puede lograr la diferencia.

¡Saludos a todos y muchas gracias!

Lucho Hildebrandt - Comité editorial
Agrupación 6Minutos

sábado, 8 de septiembre de 2007

Pronunciamiento

En respuesta al enfrentamiento entre las congresistas Martha Hildebrandt y María Sumire en el pleno del Congreso de la República del día 6 de setiembre de 2007, como estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Perú manifestamos lo siguiente:

1. Ratificamos la relevancia de la existencia de una ley que reivindique e institucionalice las lenguas originarias en una realidad multilingüe y pluricultural como la nuestra.

2. Nos encontramos a favor, además, de la implementación de medidas alternas simultáneas impulsadas desde el Estado, con la finalidad de que la ley se practique de manera efectiva.

3. Consideramos necesario el establecimiento de instancias administrativas que operen mediante las lenguas propias del lugar del que se trate, en la medida de lo posible.

4. Dado que el Congreso de la República es una instancia representativa de todos los peruanos, no se puede hablar de una única lengua oficial en esta institución. En ese sentido consideramos que sancionar el uso de las lenguas originarias en el hemiciclo es atentar contra los derechos ciudadanos.

5. Por lo expuesto en el punto anterior, resulta imprescindible la presencia de traductores en el Congreso, cuando la situación lo amerite.

6. Rechazamos las declaraciones de la congresista Martha Hildebrandt acerca de la valoración de las lenguas en función del número de sus hablantes, ya que las lenguas no pueden ser jerarquizadas al no existir superioridad entre una lengua y otra. Además, cada lengua constituye un patrimonio cultural de los hablantes de la misma y de todo el país. De la misma manera, rechazamos la jerarquización lingüística sustentada en la escritura, siendo las lenguas fundamentalmente orales.

7. Nosotros, como estudiantes de Lingüística y ciudadanos, rechazamos rotundamente la actitud discriminadora e irrespetuosa de la Dra. Martha Hildebrandt para con las congresistas María Sumire, Hilaria Supa y las demás lenguas amerindias del Perú que merecen tantos derechos como el quechua, el aimara y el castellano.

Suscribimos lo anterior los abajo firmantes.

Luis Augusto Hildebrandt Belmont 40676959
Laura Marlene Arroyo Gárate 43923695
Geraldo César Flores Suárez 42946261
Sofía Alexandra Marín Vergara 43147659
Paloma Pinillos Chávez
43886267
Ernesto Cuba García 43740159

NOS APOYAN:
Héctor Jesús Huerto Vizcarra 42881354
Rocío Silva Santisteban Manrique 07822730
Erick Ramos Solano 41478312
Monica Alejandra Nuñez Salas 43945720
Julio Humberto Valdivia Del Alcázar 44197289
Alejandra Moreno Bouroncle 45083167
Deborah July Becerra Quispe 43399254
Daniel Soria Pereyra 07260907
Alexander Duncan Beck 43538448
Martin Alonso Ratcliffe 44437735
Raisa Incháustegui Velarde 43039677
Claudia Crespo Del Rio 40890604
José Carlos San Miguel Caballa 43077104
Benjamín Eduardo Alvarado González 41148385
Teresa Torres Bustamante 41551843
Ana Lucía Granda Mavila 41420396
Javier Olaechea 42557820
Rodrigo Portales Fidel 09600331
Alberto Cruces Burga 44157341
Nadia Angélica Degregori Retamozo 45324916
Mikel Hoyle 44303858
Gloria Marlene Gárate Camacho 09078775
Silvia Agreda Carbonell 44211028
Hildebrando Pérez Grande 07565635
Andrea Patriau Hildebrandt 40341437
Gerardo Ñique Crespo 41273067
Jennifer Thorndike Gonzales 42047321
Gustavo Jesús de la Torre Casal 41816126
Susana Villarán 08051943
Lizbeth Alvarado Campos 43279864
Felipe Davis Rojas 42826777
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Cesar Manuel Jumpa Correa 42239305
Ian Nightingale Ferrer 44986532
Luis Andrade Ciudad 07829705
Piero Quijano Pimentel 07199808
Hector H.G. Velasquez Chafloque 06994867
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Melisa Kiyamu Tsuchiya 40598734
Cecilia Ferreyra Diaz 44534003
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Paul Ernesto Maquet Makedonski Valdeavellano 41463182
Bethsabé Huamán Andía 07536772
Alexandra Concha Takeshita 45241648
Daniel Salas Díaz 06659592
Paula Letts Wertheman 44016387
Humberto Diaz Purizaca 09906048
Tulio Mora Gago 06644613
Manuel Enrique García Rivera 09858317
Eduardo Cáceres Valdivia 08269174
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Estrella M. Guerra Caminiti 07865333
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Rodolfo Cerrón-Palomino 07914886
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Rolando Ames Cobián 06256641
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Diego Fernández-Stoll 40823316
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Elvira L. Respaldiza Chavez 25709820
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Magda Elizabeth Romero Coasaca 07305223
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Milán González Véliz 40043489
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Luis Manuel Olguín 45466262
Silvia María Negrillo Olguín 40220400
Gonzalo Ramírez Herrera 42274229
Alicia Casuso Carrión 41150709
Daniel Sánchez Ortiz 44015682
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20070982
Rodrigo Arroyo Gárate (15 años) Colegio André Malraux

viernes, 7 de septiembre de 2007

Enfrentamiento entre Martha Hildebrandt y María Sumire

Sobre proyecto de ley para la preservación, uso y difusión de lenguas aborígenes.

http://peru21.com.pe/p21online/Html/2007-09-07/onp2videos0781483.html

Eventos

Coloquio: El futuro de las humanidades, las humanidades del futuro
Por: Paloma Pinillos

Reflexionando ¿Son las humanidades determinantes en la sociedad? ¿Cuánto pueden afectar en la vida formativa de uno? Con este propósito y bajo el marco de celebración de los 90 años de la PUCP se realizó el coloquio interdisciplinario de humanidades “El futuro de las humanidades, las humanidades del futuro

Este evento, organizado por la Sección de Filosofía, se llevó a cabo los días 27, 28 y 29 de agosto en el Auditorio de Derecho de la PUCP. Los temas bajo los cuales giró el coloquio fueron: “El ideal humanista en la cultura”, “Cambios en la sociedad, desafíos para las humanidades” y “El futuro de la formación humanista universitaria”. Cada día se contó con cerca de nueve mesas temáticas las cuales discutieron la problemática de las humanidades de hoy en día. El día 27, por ejemplo, fueron invitados los lingüistas Mario Montalbetti y Carlos Garatea, los cuales expusieron “el humanismo a la letra” y “las humanidades: letras y sobras”, respectivamente.

La problemática planteada abarcó contenidos sobre educación, globalización, campos de investigación, docencia, empresa y humanidades, entre otros; ya que se ha puesto en alerta la poca importancia que se le está dando a las humanidades en el presente.

Se nota una gran preocupación en el sector educativo, debido a que no se está brindando una adecuada formación humanística, dejándose de lado la formación de valores y criterios humanitarios, colocando como primario lo mecánico e irreflexivo. Ejemplos de esto son las nuevas universidades con el título “entra de frente a tu carrera”; me pregunto ¿Qué tipo de conciencia crítica y humanística nos dejan? ¿Son estas universidades verdaderas formadoras de personas que piensen en un bien común y una mejora para la sociedad?
Nos podemos plantear muchas preguntas al respecto y muchas quedarán sin respuesta.

Puntos débiles que forman esta problemática son los escasos campos de investigación en las universidades, el poco incentivo que se le brinda al alumnado, la insuficiencia de mesas redondas, talleres y seminarios, los cuales son básicos en la formación de una persona. Se debe incentivar el espíritu de investigación y preocupación hacia la sociedad en los universitarios, no crear simples individuos robotizados.


¿Y el Estado? Buena parte de esta discusión eleva responsabilidades al Estado debido a sus políticas educativas. ¿Cómo es posible que un alumno de 5to de media ya esté llevando cursos en la universidad? ¿Por qué la existencia de “docentes” que nunca han llevado un curso de educación? ¿Son las políticas educativas efectivas? El propósito del Estado es lograr el mejor cumplimiento del rol educativo humanista en las universidades para el bien social y salvación del sentido integral de la educación. Sin embargo, ¿qué se hace si las cabezas de los centros de formación no cumplen las normas? Otra vez, regresamos al principio.

En resumidas palabras, este fue el coloquio interdisciplinario de humanidades. Grandes pensadores, grandes ideas, es decir grandes humanistas.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

6 minutos más

Las opiniones vertidas en los artículos son de propiedad del redactor y no son necesariamente compartidos por el comité editorial.


Imaginarios normativos
Por: Laura Arroyo Gárate


Hay tres respuestas comunes cuando menciono que estudio lingüística: la más sincera es el sorprendido “¿qué?”, la otra también sincera pero con algo de timidez en la sorpresa es “¡ah! Estudias tildes y puntos y esas cosas” y la última respuesta común, particularmente pragmática enuncia “¿y en qué vas a trabajar?”. Cabe mencionar que la última respuesta viene con el condimento de una preocupación inmediata de quien la enuncia por el futuro del lingüista, en este caso, yo.

Estoy segura de que muchos de ustedes han pensado en alguna de las tres respuestas o tal vez otras que, debo decir, distan en buena medida de lo que realmente ocupa a un lingüista. No pretendo hacer una descripción completa de lo que hacemos y no lo intento, porque la intención del artículo es, antes bien, discutir un tema para lo cual no hace falta estudiar lingüística. El tema es la normatividad.

“Nadies”, “dijistes”, de Juan su mamá”, etc. son algunos ejemplos que ilustran el tema de este artículo. No sería difícil encontrar a quienes de manera radical declaren terribles errores a cada una de las expresiones arriba mencionadas. Pero la osadía es aún mayor. No basta con calificarlos de errores terribles y casi innombrables, sino que hay también un empecinamiento por descubrir al o los causante(s). De esta manera encontramos en la larga lista al sector educativo, a la masificación del Internet, a la televisión, a los nuevos grupos de música, a los padres irresponsables, a las nuevas amistades, etc. Como vemos, la lista es larga.

Pero ¿quién es el culpable? implica necesariamente que hay algo de lo cual culpar a alguien; vale decir, algo está mal y tiene un causante; ¿es esto cierto?

Dicho lo anterior solo queda afirmar que el “problema” del cual se trata es de los errores cometidos por los hablantes de una determinada lengua, en este caso el castellano. ¿Se trata de errores? ¿errores según quién? Definitivamente se trata de un tema polémico.

Muchos afirmarán que existe la instancia encargada de regular las normas y dictaminar (porque por más fuerte que suene la palabra, eso hace) cuáles usos son correctos y cuáles incorrectos. Pero no se trata de una situación dicotómica y nada más. En medio de los usos “correctos” y los “incorrectos” encontramos también una gama de usos que de pronto no se encuentran ni en uno ni en otro polo. ¿Cómo se los cataloga? Bueno, incorrectos de todos modos, pero digamos que se asume que hay formas más incorrectas que otras.

¿Hasta qué punto la normatividad debe ser permitida? Quiero que quede claro que acepto la función normativa y le doy importancia, pero la importancia real y no una exagerada como parece ocurrir. La lengua evoluciona a cada momento; es dinámica, producto de la dinamicidad de sus hablantes, por ello, ¿cuál es el real papel de la normatividad en un campo tan variable?

No podemos caer en excesos. No podemos renunciar por completo a la normatividad. Es cierto que las reglas existen y son importantes no para “preservar” la lengua como se cree, sino para permitir la comunicación entre los hablantes y, lo que resulta más importante, para dar evidencia de la lengua en el momento particular del que se trate. Por ello, las instancias normativas deben adecuarse a los nuevos tiempos, deben aceptar las innovaciones sin caer en la permisibilidad exagerada, pero aceptando el devenir propio de las lenguas. La tarea no es fácil.

Otra tarea difícil es la de crear una conciencia lingüística. Son muchas las personas que consideran que las innovaciones son producto de la escasez del conocimiento de la lengua. Muchos se horrorizan cuando nuevos vocablos se incorporan en el vocabulario colectivo y es entonces que buscan culpables. No hay culpables o, si los hay, somos todos nosotros: los hablantes. En ese caso, me declaro feliz culpable.

Con este artículo he buscado poner en el tapete un tema interesante sobre el cual se discute cada día aunque tal vez en espacios menos públicos. Finalmente solo un último detalle. Debo admitir que mantengo el ojo alerta hacia las instancias normativas ya que, en buena cuenta, son el “grupo de poder” dentro del campo lingüístico y como tal, habría que ver si no existe correlación entre la mal llamada “habla culta” y círculos sociales. Queda la pregunta.

Hasta la próxima.

martes, 4 de septiembre de 2007

Editorial

¡Bienvenidos a im.verbe!

Estimados amigos,
Somos un grupo de estudiantes de Lingüística que hemos decidido crear un espacio de diálogo para poner sobre la mesa una serie de inquietudes, ideas, preocupaciones, etc. acerca de la lengua y demás temas relacionados con ella. Nuestra intención es sacar a la Lingüística de las aulas, y llevarla a la cotidianeidad, evitando el uso de terminologías complicadas y poniendo los conocimientos de esta ciencia en las manos del público en general.

“im.verbe” es un juego de palabras entre imberbe y verbo que busca conjugar nuestra posición de adolescentes en la materia con la temática lingüística. Con este juego se intenta dar un clima juvenil al blog y acercarlo a cada lector.

Esperamos sus comentarios, críticas y colaboraciones para este proyecto que desde ya es también suyo.

Agrupación “6minutos”.


“El lenguaje de la verdad debe ser simple y sin artificios" -Séneca-