sábado, 13 de octubre de 2007

Sobre la práctica letrada y sus efectos

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Por: Geraldo Flores

Hace algunas semanas, Coco Acurio, en su artículo, “Verdades y disparates”, se refería a la falta de contextos letrados para la traducción de la ley de lenguas como un argumento para afirmar que esto constituía un gasto innecesario. Expreso mi acuerdo con tal afirmación y, en el presente artículo, me centraré en las razones por las que este tipo de práctica resultaría tan importante como requisito para realizar dicha traducción.

La práctica letrada consiste en el conjunto de convenciones que comparten los integrantes del conjunto social sobre la funcionalidad de un elemento letrado dentro de la sociedad; este concepto involucra un conjunto de creencias, valoraciones y actitudes que determinan que la práctica letrada esté conformada por distintas prácticas sociales. Por ejemplo, el valor que tiene un libro como vehículo de conocimiento e “iluminador” de las mentes constituye una manera de posicionarse frente al libro, ya que, de esta manera, se está evidenciando lo que el libro representa y no lo que es. Por otro lado, el entorno en el que se da esta práctica se denomina justamente contexto letrado (Vich y Zavala 2004)[1]
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La referencia a la ausencia de contextos se da porque los hablantes de las lenguas originarias, de manera externa, son obligados a adoptar las costumbres foráneas si quieren sobresalir en esa sociedad; una de esas costumbres justamente es la práctica letrada. En el caso de nuestro país, es claro que esta se da en la lengua castellana, ya que es la lengua oficial de todo el territorio nacional, es la lengua con mayor tradición escritural y es la lengua dominante. En sus comunidades, la lengua amerindia tiene una función mas bien íntima y familiar, y sirve para establecer una interacción más vinculante entre los integrantes de dicho grupo (en otras palabras, esta tiene funciones específicas). En cambio, el castellano tiene una función oficial y formal; representa el nexo con la sociedad peruana en general (tanto así que la pérdida de la lengua se da porque se le va asignando todas las funciones a la lengua dominante, en este caso, el castellano). En ese sentido, la comunidad siente que debe aprender la lengua dominante y debe manejar la escritura que la representa para defenderse de los demás, tal como lo afirma Virginia Zavala sobre la comunidad de Umaca (Apurímac) (Zavala 2002)
[2]. En otros casos, la práctica letrada ha adquirido funcionalidad dentro de las comunidades, pero siempre están asociadas con las valoraciones sobre lo escrito de la sociedad en general. Esto sucede, por ejemplo, en la provincia de Azángaro (Salomon 2004)[3] y Urpipata (De la Piedra 2004)
[4]. La influencia valorativa de lo letrado se da mediante un proceso histórico y se asigna un determinado rol a la representación gráfica por las oportunidades y beneficios que representa.

Sin embargo, los casos en los que esta funcionalidad forma parte de la vida de la comunidad son escasos; son más los casos en los que lo letrado representa una forma de conseguir acceso a oportunidades en la sociedad que exige el dominio de la escritura. En ese sentido, hay una relación de poder entre ambos grupos, pues la práctica letrada posiciona en la sociedad de mejor manera a los grupos que están insertos dentro de la práctica letrada (es decir, le da mayor estatus), mientras que el grupo que no ha tenido acceso a tal práctica resulta relegado y marginado. Un ejemplo de ello es el siguiente fragmento “A sus 103 años, Antonia Paz viuda de Melgar aprendió a leer y a escribir su nombre. […] Esta agradable anciana que vive en el distrito de Villa Hermosa de Majes, en la provincia arequipeña de Caylloma, es todo un ejemplo de perseverancia y deseo de superación, ya que a su edad decidió participar en el Programa Nacional de Movilización por la Alfabetización (Pronama), y con ello salir del mundo de la ignorancia en la que estuvo sumergida por más de un siglo.” (Carlos Zanabria, El Comercio, lunes 10 de setiembre)
[5] Posicionar a alguien en el “mundo de la ignorancia”, por no manejar la escritura da cuenta de la valoración que se hace del manejo de esta herramienta; en este caso, no se toma en cuenta que probablemente la señora Antonia Paz cuenta con conocimiento que, si bien no ha sido formalizado en la escuela, se evidencia por la experiencia de vida que tiene.

Como hemos visto, la funcionalidad de lo letrado se da, en la mayoría de los casos, en la lengua dominante, es decir, el castellano. En ese sentido, es muy poca o casi nula en las lenguas originarias del país, a pesar de los esfuerzos que se han hecho, ya que la representación escritural de estas lenguas ha atravesado diversos problemas desde los conflictos por el alfabeto que se debe usar, la falta de esfuerzos para hacer uso de esos alfabetos en textos, la poca relevancia que tienen, para los hablantes, los textos en estas lenguas (ya que dichas lenguas son utilizadas en ámbitos íntimos donde no se hace necesaria la escritura) hasta la obligación que tienen estos hablantes de manejar la lengua dominante y su representación (lo cual le resta importancia cualquier esfuerzo que se pueda hacer para elaborar textos en lengua indígena).

De este modo, resulta evidente que si esas comunidades no tienen una práctica letrada en su lengua, resultaría inadecuado hacer una traducción que probablemente no se leería; por esta razón, adquiere relevancia la recomendación de Coco Acurio de que estos hablantes tienen que conocer sus derechos, pero que deben acceder a ellos mediante campañas de difusión de otra índole, pues, de lo contrario, no se lograría que ellos accedan a lo que la ley especificaría.
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[1] VICH, Víctor y ZAVALA, Virginia. Oralidad y poder. Herramientas metodológicas. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2004.
[2] ZAVALA, Virginia. Desencuentros con la escritura. Escuela y comunidad en los Andes peruanos. Lima: Red para el desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, 2002.
[3] SALOMON, Frank. Literacidades vernáculas en la provincia altiplánica de Azángaro. En: Ames, Patricia; Niño-Murcia, Mercedes; y Zavala, Virginia: Escritura y sociedad. Nuevas perspectivas teóricas y etnográficas. Lima: Red para el desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, 2004. pp. 317-345
[4] DE LA PIEDRA, María Teresa. Oralidad y escritura: el rol de los intermediarios de literacidad en una comunidad quechua-hablante de los Andes peruanos. En: Ames, Patricia; Niño-Murcia, Mercedes; y Zavala, Virginia: Escritura y sociedad. Nuevas perspectivas teóricas y etnográficas. Lima: Red para el desarrollo de las Ciencias Sociales en el Perú, 2004. pp. 367-388
[5] Diario El Comercio (lunes 10 de setiembre)
http://www.elcomercio.com.pe/edicionimpresa/Html/2007-09-07/peru0781243.html

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lamentablemente entre la oficialización y el respeto auténtico de las lenguas indígenas hay una gigantesca brecha. Es interesante que tú señales que la escritura ofrece un aura de prestigio y desarrollo a cualquier lengua. Eso es algo en lo que poca gente se pone a reflexionar. Lamentablemente muchos educadores y políticos no ven el enorme prejuicio que subyace a esta 'alfabetización de lo oriundo'.

Las prácticas letradas históricamente son legado europeo, pero eso no significa que no pueda ser adaptado y acogido por las lenguas amerindias. Me parece muy bien que plantees que debemos frenar este 'fetichismo de la letra' pero no que por ello se desacredite las enormes ventajas que un sistema escritura tiene.

Se develó y se denunció. Es hora de proponer algo. Tú mencionaste 'campañas de difusión de otra índole' para hacer conocer los derechos de los hablantes. Quisiera saber a que medios te refieres.

¡Excelente trabajo, sigan así!

Geraldo T´ika-kuna dijo...

Estimado Ernesto:

Gracias por tu comentario. Es cierto que la escritura ofrece ventajas dentro de nuestra sociedad, pero el primer paso para no marginar a los grupos que no cuentan con esta, ni con la práctica letrada asociada a ella, es comprender que la fuerte carga valorativa sobre ella resulta etnocéntrica si se cree que ella es la mejor práctica que hay. Si reconocemos que esta práctica esta asociada con una posición social de prestigio y reconocemos que eso es causado justamente por las creencias de la sociedad al respecto, podremos reconocer que si bien brinda ventajas a nuestra sociedad, no debería ser razón de discriminación, porque constituye una manifestación cultural. Es predecible que por razones de estatus las personas se insertarán en esta práctica, pero eso se da porque constituímos una sociedad que aprecia fuertemente lo letrado y dependemos de esta práctica. Sin embargo, muchas sociedades no necesitaron de ella para formar estados organizados (los incas constituyen un ejemplo de eso). Es decir, esta práctica es intrínseca a nuestra sociedad como ya lo dije, como una manifestación; los individuos de comunidades donde no hay contextos letrado probablemente al insertarse dentro de la sociedad que depende de la escritura lo harán porque es parte de las 'reglas de juego' de este grupo; esto no quiere decir que sea la mejor manifestación, sino que es una forma de organización y que puede haber otras; justamente es esto lo que permite decir que no es razón para discriminar al que no la maneja, ni pensar que vivió en el mundo de la "ignorancia" como lo mostraba la cita del diario El Comercio.

Respecto del segundo punto, sobre las medidas que se deben adoptar, pues hay varios medios de difusión que funcionan en estas comunidades: la radio, las asambleas comunales, la escuela (lo cual implicaría trabajar con los padres de los estudiantes y los mismos alumnos). Los pobladores de estas comunidades tienen el derecho de acceder a sus derechos justamente y estos serían medios más adecuados; para ello, probablemente, se tendría que organizar una campaña de difusión como política de Estado. Dichos mecanismos tendrían que favorecer el medio oral para que todos estos ciudadanos se enteren de una manera más efectiva de dicha ley.

Por otro lado, para finalizar, si las personas de estas comunidades se quieren insertar dentro de la práctica letrada, tienen todo el derecho de hacerlo y es deber de toda la sociedad, en su conjunto, de brindarle las facilidades necesarias para que pueda hacerlo. Siendo la escritura, como ya dije, una de las "reglas de juego", el Estado debería velar porque estas personas puedan manejar esta herramienta de manera tal que puedan desenvolverse bien; a la vez, es nuestra labor no marginar a estas personas, porque como ya se vio, esta manifestación no es la mejor, sino que constituye una de los elementos de organización de nuestra sociedad y que lo mejor que se puede hacer es procurar brindar todas las facilidades a quien opte por acceder a esta practica letrada (siendo una de ellas, el evitar pensar que esa persona es 'ignorante').